José Guadalupe Posada, Don Lupe para los amigos, es el mejor representante de esa estirpe de grabadores mexicanos que, a finales del siglo XIX, pusieron su arte al servicio de la crítica y la denuncia social durante la dictadura de Porfirio Díaz, entre los años 1876 y 1913. Su estilo bebe de los modelos gráficos europeos, la caricatura política de prensa, y el sincretismo iconográfico del período colonial. A través de sus gubias y buriles, Don Lupe, haciendo uso de la ironía y de un perspicaz humor negro, retrató a la perfección la compleja realidad del México decimonónico, atravesada por la corrupción política y las desigualdades sociales. Pero también plasmó la vida cotidiana de las clases más humildes; sus fiestas, tradiciones y costumbres. Por todo ello, su obra gráfica, protagonizada por cientos de calaveras y esqueletos, ha contribuido enormemente a la configuración del imaginario cultural y de la identidad mexicana, dando lugar, además, a un estilo artístico local que ha sido continuado por las distintas generaciones de grabadores que le han sucedido hasta llegar al día de hoy.